Una aproximación a Afal
Ramón Masats y Carlos Pérez Siquier en conversación con Laura Terré
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Celebrada el Miércoles, 13 de junio, 2018 - 19:00 h
Ramón Masats y Carlos Pérez Siquier en conversación con Laura Terré
Proyección del documental Afal, una mirada libre, de Alberto Gómez Uriol
Este encuentro, que tiene lugar a propósito de la exposición Una aproximación a Afal. Donación Autric-Tamayo, recuerda el lugar central que ocupó este colectivo en la fotografía española de posguerra. Tras la conversación de dos de sus protagonistas históricos, los fotógrafos Ramón Masats y Carlos Pérez Siquier, con la comisaria de la muestra Laura Terré, se proyectará el documental Afal, una mirada libre, de Alberto Gómez Uriol, que reúne el testimonio de la mayoría de sus miembros.
A mediados de los años cincuenta del siglo XX, el colectivo de fotógrafos Afal congregó a un grupo de jóvenes españoles en torno a la revista del mismo nombre, publicada entre 1956 y 1963. El proyecto fue ideado por los almerienses José María Artero García y Carlos Pérez Siquier, con una concepción abierta a las nuevas miradas excluidas por la fotografía oficial o salonista, según el término empleado por Oriol Maspons. Afal asumirá una fotografía neorrealista, desde la que presentar las contradicciones de la sociedad española de los años cincuenta y sesenta: el subdesarrollo, el éxodo rural, la influencia de la religión en la educación y en la vida pública o el nacimiento del turismo serán algunos de los temas que despertarán su interés. A pesar de su heterogeneidad, cohesionaba el colectivo un espíritu de sinceridad y compromiso que se plasmaba en series y reportajes. “El grupo formó su ideario a base de reunir disidencias e ilusiones”, escribe Laura Terré.
El entusiasmo de Afal se oponía al reaccionario panorama nacional fotográfico de la posguerra española, en una labor que perseveró más allá de la historia misma del colectivo, a lo largo de la carrera de sus numerosos miembros y simpatizantes: el propio Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930), Ramón Masats (Caldes de Montbui, 1931), Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931), Joan Colom (Barcelona, 1922-2017), Ricard Terré (Barcelona, 1928-Vigo 2009), Gabriel Cualladó (Massanassa, 1925-Madrid 2003), Joaquín Rubio Camín (Gijón, 1929-2006), Oriol Maspons (Barcelona, 1928-2012), Alberto Schommer (Vitoria, 1928-2015), Xavier Miserachs (Barcelona, 1937-1998) y Francisco Ontañón (Barcelona, 1930-Madrid, 2008), entre otros.
Organiza
Museo Reina Sofía
En colaboración con
illycaffèParticipantes
Ramón Masats. Premio Nacional de Fotografía en 2004. Además de pertenecer al grupo Afal, en 1959 fundó, junto a otros fotógrafos, el colectivo La Palangana. Sus imágenes se publicaron en fotolibros pioneros como Neutral corner (1962), Los Sanfermines (1963) o Viejas Historias de Castilla la Vieja (1964). Tras varios años vinculado al cine, regresó a la fotografía en los ochenta.
Carlos Pérez Siquier. Premio Nacional de Fotografía en 2003. En 1956 fue uno de los fundadores del grupo Afal y de su revista (1956-1963). Ha mostrado su obra en numerosas ocasiones, entre ellas en las exposiciones Cuatro direcciones (Museo Reina Sofía, 1997) o Pérez Siquier: la mirada (Fundación Telefónica, 2005).
Laura Terré. Historiadora de la fotografía. Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, ha investigado en profundidad la generación de fotógrafos españoles del grupo Afal. Comisaria de las exposiciones Miserachs. Epílogo imprevisto (Fundació Catalunya La Pedrera, 2018), Colita, perquè si! (Fundació Catalunya La Pedrera, 2014), El grupo fotográfico Afal (1956-1963) (2017) y Una aproximación a Afal. Donación Autric-Tamayo (2018), las dos últimas en el Museo Reina Sofía.
Ficha técnica de la película
Alberto Gómez Uriol, Afal, una mirada libre
España, 2009, 60’
Más actividades
Zum: Naufragio con espectadores
14, 16, 17, 17, 18, 21, 23, 24, 24, 25, 28, 30, 31, 31 OCT, 21, 21, 22, 25, 27, 28, 28, 29 NOV, 2, 4, 5, 5 DIC 2024
Zum. Naufragio con espectadores es un recorrido —diseñado por Miguel Vega Manrique en colaboración con el Área de Educación del Museo Reina Sofía y dirigido a alumnos del curso 4º de la ESO y Bachillerato— que busca cuestionar el lugar desde el cual, como espectadores, nos aproximamos al mundo que nos rodea a través de conceptos como la desorientación, la curiosidad, lo imprevisible, el desconcierto y la experimentación, presos de un estado de embriaguez más o menos reversible.
El recorrido se desarrolla en el espacio de la Colección Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta, situado en la Planta 0 del Edificio Nouvel. En él se nos invita a sumergirnos en el Museo como posibles náufragos de una historia reciente cuyos pilares residen sobre el consenso político de la socialdemocracia, el régimen económico de capitalismo de consumo y las consiguientes crisis globales que asolan el planeta.
El barco ebrio, en alusión a Le bateau ivre, poema de Arthur Rimbaud que aludiría a la deriva de un arte que navega sin un rumbo fijo, fue el título descartado por el comisario Rudi Fuchs para la documenta 7 de Kassel (1982), en la que se comienza a proponer una mediación cultural que transite por una concepción cambiante e inestable del cuerpo en diálogo con la enfermedad, la tecnología, la ciencia, lo escultórico, el diseño y la teátrica de las identidades y del conocimiento que nos constituyen.
En este contexto, las metáforas de la embriaguez, la navegación y el naufragio como riesgo implícito nos sirven para reflexionar sobre los límites de un espacio y de una visualidad determinados, con una idea instituida de frontera y de cuerpo. ¿Es el naufragio el precio a pagar por una estabilidad, una modernidad, un orden institucional aparentemente inamovibles? ¿Podemos vivir sin las pasiones, vientos, tormentas o calamidades que de vez en cuando arrastran todo consigo? ¿Qué sensaciones, afectos, peligros o emociones despiertan en el espectador la puesta en escena y el espectáculo en los que participa?
Chema García Ibarra. Espíritu sagrado
8 NOV 2024
Aconsejaba Kipling a la hora de construir un relato no adoptar la figura de un demiurgo omnisciente, sino ignorar parte de la historia durante su narración. Y es ahí donde reside la imprevisibilidad narrativa y la potencia dramática de Espíritu sagrado, primer largometraje de un director, Chema García Ibarra, que se había hecho notar allá por 2009 con su corto El ataque de los robots de Nebulosa-5. Desde entonces su obra ha seguido el sendero de una particular ciencia ficción costumbrista ilicitana y de una aproximación a la fantasía desde lo cotidiano, y viceversa, que le permite seguir ahondando en los abismos que se abren en nuestro entorno más próximo. El hecho de utilizar intérpretes no profesionales contribuye a la misma sensación de extrañamiento que provoca el horror situado fuera de campo: el mal se cierne sobre el mundo, pero de nada vale “vigilar los cielos” porque este no va a llegar del espacio exterior, sino de nuestro entorno más cercano.