Una flor para Samba
Acción participativa
- Encuentro
- Seminarios y conferencias

Abriendo Fronteras Guadalajara, sin título, 2020
Celebrada el 19 de diciembre, 2020
Samba Martine llegó a España en agosto de 2011, con 33 años. Migrante congoleña, fue retenida en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, donde los análisis clínicos determinaron que era portadora del VIH. Tres meses después, fue trasladada al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) del barrio madrileño de Aluche para poder ejecutar su deportación. Tras 39 días de encierro y después de solicitar asistencia sanitaria hasta en once ocasiones, el 19 de diciembre de 2011 Samba murió en el Hospital Universitario 12 de Octubre por una infección que solo es letal si no se suministra el tratamiento adecuado.
Con la intención de recordar a Samba en el aniversario de su muerte, la Plataforma en Memoria de Samba Martine y Museo Situado convocaron una acción participativa que consistía en crear un gran ramo de flores colectivo, compuesto de obras artísticas en diversos formatos, que se depositó el 19 de diciembre de 2020 en el cementerio donde está enterrada. En total, se recibieron más de cuarenta obras dedicadas a ella.
En esta cápsula de radio, elaborada por La Sonidera, el periodista y activista Pablo “Pampa” Sainz recuerda la manera en que se sucedieron los hechos en el momento en el que él participaba en la comisión “Cerremos los CIE” de la Red de Ferrocarril Clandestino. Nueve años después de la muerte de Samba, una resolución del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones reconoce que la actuación de los organismos públicos tuvo influencia en el desenlace de su muerte.
Organiza
Museo Situado y Plataforma en Memoria de Samba
Organiza







Más actividades
Zum: Naufragio con espectadores
14, 16, 17, 17, 18, 21, 23, 24, 24, 25, 28, 30, 31, 31 OCT, 21, 21, 22, 25, 27, 28, 28, 29 NOV, 2, 4, 5, 5 DIC 2024
Zum. Naufragio con espectadores es un recorrido —diseñado por Miguel Vega Manrique en colaboración con el Área de Educación del Museo Reina Sofía y dirigido a alumnos del curso 4º de la ESO y Bachillerato— que busca cuestionar el lugar desde el cual, como espectadores, nos aproximamos al mundo que nos rodea a través de conceptos como la desorientación, la curiosidad, lo imprevisible, el desconcierto y la experimentación, presos de un estado de embriaguez más o menos reversible.
El recorrido se desarrolla en el espacio de la Colección Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta, situado en la Planta 0 del Edificio Nouvel. En él se nos invita a sumergirnos en el Museo como posibles náufragos de una historia reciente cuyos pilares residen sobre el consenso político de la socialdemocracia, el régimen económico de capitalismo de consumo y las consiguientes crisis globales que asolan el planeta.
El barco ebrio, en alusión a Le bateau ivre, poema de Arthur Rimbaud que aludiría a la deriva de un arte que navega sin un rumbo fijo, fue el título descartado por el comisario Rudi Fuchs para la documenta 7 de Kassel (1982), en la que se comienza a proponer una mediación cultural que transite por una concepción cambiante e inestable del cuerpo en diálogo con la enfermedad, la tecnología, la ciencia, lo escultórico, el diseño y la teátrica de las identidades y del conocimiento que nos constituyen.
En este contexto, las metáforas de la embriaguez, la navegación y el naufragio como riesgo implícito nos sirven para reflexionar sobre los límites de un espacio y de una visualidad determinados, con una idea instituida de frontera y de cuerpo. ¿Es el naufragio el precio a pagar por una estabilidad, una modernidad, un orden institucional aparentemente inamovibles? ¿Podemos vivir sin las pasiones, vientos, tormentas o calamidades que de vez en cuando arrastran todo consigo? ¿Qué sensaciones, afectos, peligros o emociones despiertan en el espectador la puesta en escena y el espectáculo en los que participa?
Chema García Ibarra. Espíritu sagrado
8 NOV 2024
Aconsejaba Kipling a la hora de construir un relato no adoptar la figura de un demiurgo omnisciente, sino ignorar parte de la historia durante su narración. Y es ahí donde reside la imprevisibilidad narrativa y la potencia dramática de Espíritu sagrado, primer largometraje de un director, Chema García Ibarra, que se había hecho notar allá por 2009 con su corto El ataque de los robots de Nebulosa-5. Desde entonces su obra ha seguido el sendero de una particular ciencia ficción costumbrista ilicitana y de una aproximación a la fantasía desde lo cotidiano, y viceversa, que le permite seguir ahondando en los abismos que se abren en nuestro entorno más próximo. El hecho de utilizar intérpretes no profesionales contribuye a la misma sensación de extrañamiento que provoca el horror situado fuera de campo: el mal se cierne sobre el mundo, pero de nada vale “vigilar los cielos” porque este no va a llegar del espacio exterior, sino de nuestro entorno más cercano.