Idea: Pintura Fuerza. En el gozne de los años 70 y 80. Del 6 de noviembre de 2013 al 18 de mayo de 2014
Armando Montesinos: La exposición se llama, Idea: Pintura, Fuerza y surge de una deslizamiento del término idea fuerza. Idea Fuerza quiere decir que toda idea tiene la capacidad de convertirse en acción.
Que la pintura es capaz de transmitir ideas, de hacer visibles no ya una representación de la realidad o unos comentarios políticos, sino que es capaz de hacer visible ideas, procesos de pensamiento, que es un poco lo que los artistas de esta exposición hacen en sus cuadros, presentar procesos de pensamiento.
Mi nombre es Armando Montesinos y he comisariado esta exposición Idea: Pintura Fuerza. El subtítulo de la exposición es En el Gozne de los años 70 y 80. Aparte de definir la época, el momento, los 70 y los 80, el concepto gozne me interesa especialmente porque el gozne es aquello que no está ni dentro ni fuera, es aquello que permite una articulación, el desplazamiento de la puerta.
Ese deslizamiento del término Idea Fuerza a Pintura Fuerza, surge de conversaciones que mantuvimos en aquellos años, en los primeros 80, José Luis Brea y yo, y que aplicábamos el término pintura y fuerza a la obra de algunos pintores que nos interesaban especialmente entonces.
Nuestro interés entonces, hay que tener en cuenta que éramos jóvenes, era intentar escribir crítica de arte. En aquellos años la crítica de arte en España era fundamentalmente una crítica, que voy a decir, y no es peyorativo necesariamente, una crítica de carácter más bien literario, nuestro interés era hacer una crítica más cercana a la filosofía por un lado, a la estética, que a la literatura o al historicismo.
Una de las cosas que a mí me ha importado a la hora de pensar esta exposición, y a la hora de escribir el texto (del catálogo), es señalar que efectivamente estas obras que estamos viendo no tienen que ver con el discurso que se fabricó en aquellos años, donde se hablaba de una vuelta a la pintura como una especie de regreso a un orden más clásico, como respuesta o reacción a lo que algunos consideraban los excesos experimentales de los años 70. Ese discurso de una vuelta al orden, de la vuelta a la pintura, entendida ésta como una disciplina superior a cualquier otra, me pareció entonces y me sigue pareciendo ahora que era un discurso, por un lado equivocado y por otro lado, interesado.
Cuando a mí la dirección del Museo me pide un proyecto, lo que me pide que haga es, no una historia, no una novela, no algo poético, sino que lo que me pide es que haga un ensayo. Un ensayo tiene el doble concepto, de algo como prueba y error, y también como de una cierta especulación sobre algo. Y lo que me parece muy significativo es que este periodo me parece que está mal leído.
Yo entiendo mi trabajo como comisario, y mi trabajo como crítico, entiendo que no es tanto el de producir un discurso, como el de producir las condiciones para que se den discursos. A mí me parece importante que en este ensayo que yo he hecho, se pueda pensar hoy, que se vean estos cuadros hoy, y ver que discursos producen estos cuadros. Que la idea de la exposición se convierta en pensamiento-fuerza.
Yo diría que en estos años, los años de la exposición, había una enorme cercanía entre la escena y el escenario. Quiero decir, cuando hay alguien encima de una escenario, en este caso serían los pintores que exponen, que presentan su obra, como puede ser un músico que sube a un escenario o un actor que sube al escenario, es porque los que están mirando al escenario le han colocado ahí. Es decir, hay una relación, indisoluble entre escena y escenario. Esa situación se produce en esos años pero yo creo que va a dejar de producirse de una manera tan clara, y hablo en términos generales cuando se introduce en esa ecuación el mercado.
En el año 82 se crea la feria de ARCO, y digamos que empieza otro momento, otro momento histórico y otro momento ideológico. Yo cito en el texto como la revista La Luna de Madrid, que fue una revista importante en aquel momento, llevaba a su portada una frase como “La Vanguardia es el mercado”. En los años en lo que cubre la exposición, 78 y 84, no había mercado. Estos artistas estaban trabajando fuera del mercado porque aquí no existía. Yo creo que a partir de mediados de los 80 aquí se establece la política del mercado con las consecuencias que cada cual entienda que ha traído.
Estamos hablando de una unos años en los que lo que hay es un movimiento de construcción cultural basado en una situación de libertad creativa y de libertad política. Y eso hace que haya una profunda identificación ética, pero también estética, entre escena y escenario. La introducción del mercado a partir del 82/84, me parece que va a disolver enormemente esa identidad ética y eso se va a hacer evidente en como los trabajos de algunos artistas van a ser recibidos.
Otro aspecto que a mí me parece importante de estos años, y de estos artistas, es que estos artistas pertenecen a una cultura pop, y cuando digo a una cultura pop no me refiero a que ellos sean poperos ni nada de esto, me refiero a que ellos entienden perfectamente la quiebra en el discurso academicista que supone el reconocimiento de... de lo que hablamos es, y aquí tengo que citar a José Luis Brea, de la estetización difusa de la sociedad.
En una conversación con Manolo Quejido con motivo de esta exposición, yo saqué el tema de la cultura pop y de como estos artistas han sido muy influenciados no tanto pictóricamente como estéticamente, incluso como ideológicamente, por el pop, y Quejido decía: “Sí, el pop es pintar para todos”. Me parece que esto deja bastante clara la cosa. Este “pintar para todos”, pensar para que todos piensen, hacer comisariados para que se produzcan discursos. Y aquí me parece que es interesante esto, cuando digo que entiendo mi tarea, no como la de producir discurso, sino como la de generar posibilidades de discurso, lo que estoy haciendo es desplazar el papel del comisario como alguien que ejerce algún tipo de dirección, y lo estoy desplazando a una figura que lo que hace es abrir diálogos.
Hay dos o tres canciones de Radio Futura que cuenta la historia. Hay una canción que se llama Oscuro Affair en el segundo disco de Radio Futura. Oscuro Affair es la reacción, en este caso de Santiago Auserón, a lo que está pasando. Tú estás haciendo tus cosas, y estás haciendo lo que tú quieres hacer, y de repente “estoy metido en un oscuro affair” y no se como salir de él. ¿Por qué? Porque has chocado con el mercado, con la industria.