Picasso. Modernidad y alteridad

A cargo de Eugenio Carmona

  • Seminarios y Conferencias
Pablo Picasso, Busto de mujer joven, 1906. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

El Picasso joven, y ya maduro, fue un artista capaz de asimilar culturas diversas transcurriéndolas con rapidez. Para ello hubo de situarse en una posición de alteridad, en la que no se posicionaron otros protagonistas de las primeras vanguardias. Este Picasso transcultural, en aquel momento, sabía de sí mismo como extranjero. Su alteridad se planteaba en sus relaciones personales, amorosas y sexuales, en su modo libertario de dejar atrás la bohemia, en la performatividad de género de sus iconografías, en su hacer procesual, en la temprana hibridación de sus referentes etnográficos, en su capacidad de no diferenciar entre lo mitológico y lo vernacular o en su modo de hacer permanecer la huella del museo en propuestas que querían ser una refundación del arte mismo.

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Participantes

Eugenio Carmona

es catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga y comisario de la exposición Picasso 1906. La gran transformación. Algunas de las publicaciones en las que ha colaborado son El cubismo y sus entornos en las Colecciones de Telefónica (Fundación Telefónica, 2005-2008); Picasso, Miró, Dalí, Giovanni e arrabbiati: la nascita della modernità (Skira, 2011), Picasso and Spanish Modernity (La Mandragora y Palazzo Strozzi, 2014) o Modern Spanish Art from the Asociación de Arte Contemporáneo (Meadows Museum Dallas y Colección Arte Contemporáneo, 2016).

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Picasso 1906. La gran transformación

Ciclo de conferencias

El ciclo de conferencias Picasso 1906. La gran transformación se articula en torno a la exposición homónima que el Museo organiza del 15 de noviembre de 2023 al 4 de marzo de 2024. El programa reúne a destacados especialistas internacionales como Eugenio Carmona, Cécile Debray, Tamar Garb, Jèssica Jaques Pi, Patricia Leighten, Robert Lubar, entre otros, con el objetivo de revisar los orígenes de Picasso desde una mirada contemporánea.

Picasso 1906. La gran transformación examina la aportación del artista al momento germinal del arte moderno, buscando entender a Picasso con ojos contemporáneos ante la revisión crítica que el artista ha experimentado en nuestro presente. Toda obra del autor de Las señoritas de Avignon (1907) supone el encuentro con un “otro”. Todo en Picasso es siempre polifonía, heteroglosia, hibridación. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, su vida y obra fueron condensadas en narrativas que sustraían al artista de su complejidad. Narrativas circunscritas al artista-mito y al elogio de un patriarcalismo de nuevo cuño. Estos discursos acabaron sustituyendo al artista mismo. En nuestra contemporaneidad, atravesada por cuestionamientos y urgentes reescrituras, no nos damos cuenta de que no hablamos de Picasso, sino de los relatos sobre él trazados. Picasso 1906. La gran transformación, tanto la exposición como este ciclo de conferencias, quiere presentar a un Picasso vitalista que anhela la refundación de la experiencia artística. Un Picasso cercano al pensamiento libertario, entregado al sentido de su actividad, que busca lo originario y que focaliza su trabajo en tres registros: la búsqueda de lo primordial, la representación del cuerpo y la interculturalidad como proceso.

En 1906, Picasso, identificando modernidad y alteridad, entiende performativamente el cuerpo como significante y acude a los deslizamientos de género. Hace de la representación del adolescente arcádico el símbolo de un nuevo comienzo para la vida y el arte. Con ello, transforma el concepto académico de “desnudo”, sustituyéndolo por la noción de “cuerpo en representación”. Sin abandonar el hipnotismo de la pulsión escópica, Picasso convirtió el cuerpo en significante y, por tanto, en lugar de experimentación lingüística y cultural. Lo vernacular es planteado ahora como mitología del origen. Al mismo tiempo, este Picasso de 1906 está redefiniendo ya el entramado entre fondo y figura, entre espacio plástico y cuerpo, y situando las bases de un nuevo sistema visual que intuye la comprensión del cuadro como objeto.

En su búsqueda de lo primordial, y enfrentado al colonialismo europeo, Picasso planteó la plena sinergia con las culturas primigenias. Y ello ocurrió antes de lo que suele fecharse y con un potente sentido de la hibridación de referentes culturales más allá del habitual concepto de “primitivismo”. Pero también la interculturalidad picassiana estuvo atenta a la fotografía, a los tratados etnográficos, a la prensa y a los libros ilustrados de masas. Su modo de entender la memoria visual conculcó la idea de anacronismo y mantuvo subyacente la herencia del museo como paradigma, al tiempo que miró a sus contemporáneos y a sus inmediatos predecesores, interactuó con ellos. También se citó a sí mismo, manteniendo las huellas de su trabajo y propiciando la nachleben, o pervivencia de las imágenes, de sus propias soluciones visuales. Su relación con Gertrude Stein fue decisiva en la fundación del arte moderno y, por todo ello, en definitiva, 1906 fue “el año de la gran transformación”.

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