Visto y no visto
Cine español inédito en el Museo
- Cine y vídeo

Celebrada el 22 de junio - 13 de julio de 2009
Frente a las dinámicas que configuran la selección habitual de los largometrajes que nutren las carteleras, se ha articulado una red alternativa de salas que no cuentan con una programación determinada por la búsqueda de una rentabilidad empresarial planteada a corto plazo. Los centros artísticos forman parte de los espacios que, junto con las filmotecas, las salas institucionales y los festivales de cine, se han convertido en los únicos lugares donde algunos de los trabajos cinematográficos de menor impacto comercial y mayor aspiración artística, tienen la oportunidad de darse a conocer.
En este contexto el ciclo Visto y no visto. Cine español inédito en el museo comisariado por el crítico y docente universitario Antonio Weinrichter, se concibe como un espacio de visibilidad para un grupo de películas de producción española todavía inéditas o que tan solo han contado con una distribución marginal. Trabajos de innegable valor cinematográfico que habrían merecido una mayor atención.
Las obras que se incluyen en este programa oscilan entre las propuestas que nacen con una decidida vocación experimental, lo que imposibilita cualquier tipo de estreno en el seno de la industria y las que podrían haber encontrado un cierto acomodo en ella de haber existido una mayor pluralidad en los mercados de exhibición.
La muestra finaliza con una sesión de cortometrajes protagonizada por una nueva generación cineastas, cuyas obras se sitúan también fuera de los formatos industriales y que desmienten con su práctica audiovisual, la presunta crisis creativa que estaría atravesando este sector en la España más reciente.
Comisariado
Antonio Weinrichter
Material adicional

Visto y no visto 2009
Más actividades
Zum: Naufragio con espectadores
14, 16, 17, 17, 18, 21, 23, 24, 24, 25, 28, 30, 31, 31 OCT, 21, 21, 22, 25, 27, 28, 28, 29 NOV, 2, 4, 5, 5 DIC 2024
Zum. Naufragio con espectadores es un recorrido —diseñado por Miguel Vega Manrique en colaboración con el Área de Educación del Museo Reina Sofía y dirigido a alumnos del curso 4º de la ESO y Bachillerato— que busca cuestionar el lugar desde el cual, como espectadores, nos aproximamos al mundo que nos rodea a través de conceptos como la desorientación, la curiosidad, lo imprevisible, el desconcierto y la experimentación, presos de un estado de embriaguez más o menos reversible.
El recorrido se desarrolla en el espacio de la Colección Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta, situado en la Planta 0 del Edificio Nouvel. En él se nos invita a sumergirnos en el Museo como posibles náufragos de una historia reciente cuyos pilares residen sobre el consenso político de la socialdemocracia, el régimen económico de capitalismo de consumo y las consiguientes crisis globales que asolan el planeta.
El barco ebrio, en alusión a Le bateau ivre, poema de Arthur Rimbaud que aludiría a la deriva de un arte que navega sin un rumbo fijo, fue el título descartado por el comisario Rudi Fuchs para la documenta 7 de Kassel (1982), en la que se comienza a proponer una mediación cultural que transite por una concepción cambiante e inestable del cuerpo en diálogo con la enfermedad, la tecnología, la ciencia, lo escultórico, el diseño y la teátrica de las identidades y del conocimiento que nos constituyen.
En este contexto, las metáforas de la embriaguez, la navegación y el naufragio como riesgo implícito nos sirven para reflexionar sobre los límites de un espacio y de una visualidad determinados, con una idea instituida de frontera y de cuerpo. ¿Es el naufragio el precio a pagar por una estabilidad, una modernidad, un orden institucional aparentemente inamovibles? ¿Podemos vivir sin las pasiones, vientos, tormentas o calamidades que de vez en cuando arrastran todo consigo? ¿Qué sensaciones, afectos, peligros o emociones despiertan en el espectador la puesta en escena y el espectáculo en los que participa?
Chema García Ibarra. Espíritu sagrado
8 NOV 2024
Aconsejaba Kipling a la hora de construir un relato no adoptar la figura de un demiurgo omnisciente, sino ignorar parte de la historia durante su narración. Y es ahí donde reside la imprevisibilidad narrativa y la potencia dramática de Espíritu sagrado, primer largometraje de un director, Chema García Ibarra, que se había hecho notar allá por 2009 con su corto El ataque de los robots de Nebulosa-5. Desde entonces su obra ha seguido el sendero de una particular ciencia ficción costumbrista ilicitana y de una aproximación a la fantasía desde lo cotidiano, y viceversa, que le permite seguir ahondando en los abismos que se abren en nuestro entorno más próximo. El hecho de utilizar intérpretes no profesionales contribuye a la misma sensación de extrañamiento que provoca el horror situado fuera de campo: el mal se cierne sobre el mundo, pero de nada vale “vigilar los cielos” porque este no va a llegar del espacio exterior, sino de nuestro entorno más cercano.