Adam Curtis. All Watched Over by Machines of Loving Grace. 2011

Adam Curtis

Baile y cibernética (English audio)

martes 13 febrero 2018
Audiovisual
Medios de masas
Tecnología

“Vivimos en un tiempo extraño. No dejan de ocurrir eventos imprevisibles que sacuden la estabilidad de nuestro mundo: atentados suicidas, oleadas de refugiados, Donald Trump, Vladimir Putin, incluso el Brexit. Pero quienes están al mando parecen incapaces de afrontarlos y nadie tiene una visión de un futuro diferente o mejor. Esta película narra la historia de cómo hemos llegado a este lugar extraño”. Así comienza HyperNormalisation, uno de los filmes más influyentes de los últimos años. Su autor, el cineasta británico Adam Curtis, se obstina desde comienzos de la década de 1990 en mostrar el funcionamiento del poder, su sinuosa arquitectura, las ideas que lo conforman, sus agentes e instituciones y su inscripción en la geopolítica contemporánea y en nosotros mismos. Con ello, no solo ha construido una de las obras fílmicas más apasionantes, lúcidas y reveladoras de los tiempos recientes sino una verdadera historia natural de nuestro presente.

Realización

Rubén Coll and José Luis Espejo

Licencia
Creative Commons Dominio Público 1.0

Adam Curtis

Baile y cibernética (English audio)

Adam Curtis

Baile y cibernética

Creo que cuando la gente baila es cuando más abierta y sincera es, de una manera divertida. ¿No te has fijado? Si miras a tus amigos bailar en una discoteca, verás que son más ellos mismos, que pierden la autoconsciencia. Creo que uno de los aspectos más negativos del individualismo es que todo el mundo es muy consciente de sí mismo. ¿Has visto Facebook? Todo el mundo se esfuerza por ser atractivo y es consciente de que los demás le están mirando.

Hoy en día, todo el mundo es muy consciente de que lo están observando, es la tónica general, y para mí, cuando las personas bailan, se dejan llevar, se vuelven más libres y abiertas. Creo que es un buen momento. Decidí ponerlo en mi película porque me gustaba y porque es un momento de apertura y sinceridad emocional. Solo eso. A mí me gusta bailar y me gusta la música, y por eso decidí incluirlo. Muchas de las cosas que hago en mis películas las hago solo porque me apetece. Yo también soy un individuo radical. Me apetece hacer algo, y muchas veces no hay ningún motivo detrás, solo estoy intentando crear una atmósfera que después me permita exponer un argumento más intelectual. Solo intento crear una atmósfera. Es eso, en realidad.

Creo que el individualismo es el gran fenómeno de nuestro tiempo y es lo que se da en las democracias de masas. Cuando la gente gana confianza en sí misma, deja de sentir que tiene que buscar su identidad formando parte de una iglesia, un sindicato o un partido político. Encuentra su identidad en lo que siente, en lo que desea y en lo que quiere. Y esa es la ideología de nuestro tiempo, lo que queremos, lo que sentimos nos parece lo más importante. En muchos aspectos, esto es algo maravilloso. Es genial porque ha librado a millones de personas de estar atrapadas en sus familias, en malas familias, de ser oprimidas por organizaciones, por iglesias, por partidos políticos que las utilizaban. Eso está muy bien y ha dado confianza a la gente. El problema es que… Hay dos problemas. Uno es que es muy difícil tener un partido político cuando se lidia con millones de individuos radicales porque todos quieren cosas diferentes. La solución para la derecha es el mercado porque da a los individuos lo que quieren. Para la izquierda, que quiere cambiar el mundo y mejorarlo, el ideal progresista es muy difícil. El otro problema es que no es bueno ni maravilloso ser un individuo libre cuando las cosas van mal. Cuando las cosas van mal, puedes llegar a pasar mucho miedo y sentirte muy débil. El ejemplo que siempre pongo es que si te adentras en el bosque de noche, solo, da mucho miedo. Cualquier chasquido de rama o ruido que suena detrás da mucho miedo. Pero si vas al mismo bosque de noche con amigos, es genial. Te sientes vivo, seguro. El punto débil del individualismo aparece cuando las cosas van mal, y llevan cinco o seis años yendo mal, lo que puede dar mucho miedo y hacerte sentir muy solo, sentir que no te acompaña nadie en el bosque. Estás solo en la oscuridad. Ese es su punto débil. Tiene muchas cosas maravillosas, pero es difícil cambiar el mundo con un grupo de millones de individuos. Un político me dijo una vez: «Es como intentar agrupar a una manada de lechones, cada uno va por su lado». En el pasado te seguían como un mismo grupo. Si las cosas van mal, da miedo estar solo.

Creo que vivimos en una época en la que estamos fascinados por las máquinas que hemos creado. En cualquier época en la que se construye una máquina nueva parece magia. Las máquinas que hemos creado son mágicas en muchos aspectos y lo sabemos. Intentamos entender cómo es el mundo y cómo podría ser basándonos en estas máquinas. Y en mis películas, en mis últimas películas, he intentado mostrar cómo esa idea de ingeniería que hay detrás de muchas de las máquinas que tenemos, sobre todo la idea del feedback, se ha convertido en una especie de ideología, casi en una opinión política, como si de alguna manera, a través del feedback, se pudiese crear una especie de sistema estable. Por ejemplo, la gente señala la naturaleza y dice: «Los ecosistemas naturales son estables» y señala las redes sociales y dice: «Mira, a través de las opiniones que dan millones de individuos sobre la información se puede alcanzar la estabilidad». Lo que he intentado recalcar es, en primer lugar, cómo ocurre esto y, después, plantear algunas cuestiones, porque lo que creo es que se está confundiendo un proceso de ingeniería con la visión de un mundo futuro. Por ejemplo, en mi documental más reciente, Hypernormalisation, muestro que los movimientos Ocuppy que tuvieron lugar después de 2008 en América, Europa y otras partes del mundo reunieron a mucha gente a través de las redes sociales y funcionó muy bien, pero una vez allí pensaron que ese mismo proceso, el proceso de feedback, podía utilizarse para crear un nuevo tipo de sociedad. En el movimiento Occupy, por ejemplo, se celebraban reuniones aleatorias, sin ningún líder, y esperaban que de estas reuniones saliese un nuevo tipo de sociedad. No fue así. Lo que surgió fue confusión porque lo que no entendieron es que un proceso de ingeniería no puede enseñarte a crear un nuevo tipo de mundo. Lo que puede hacer es convertirse en un mecanismo para reunir a un millón de personas. Y cuando estaban ahí sentados… Bueno, esto es un poco cruel, pero en el documental, cuando están ahí sentados, digo que se están comportando como gestores. Estaban intentando gestionar la situación y estaban confundiendo la gestión con una imagen del futuro. Lo que estaba diciendo en realidad es que es más que cibernética, que la idea de que se pueden utilizar redes de máquinas para crear un nuevo tipo de mundo es en cierto modo una ilusión. Para construir un nuevo tipo de mundo de verdad, hay que saber lo que se quiere. Las máquinas no te pueden dar lo que quieres. Lo que te pueden ofrecer las máquinas es lo que tenías ayer. A las máquinas se les da estupendamente interpretar lo que hiciste ayer y decir: «Vale, esto es lo mismo que han hecho millones de personas, así que vamos a darle más de esto mañana». Las máquinas te hacen convivir con el fantasma de tu propio pasado, pero no pueden imaginar un futuro para ti.

La idea de que se puede crear un nuevo orden a través de redes sin una jerarquía tiene diferentes raíces, pero la más reciente proviene del utopismo de Silicon Valley de mediados de los 90. Ellos vieron las redes que estaban surgiendo y tuvieron ideas sobre cómo podía circular la información a través de esas personas. Pensaron que así se podía crear un nuevo tipo de democracia sin líderes, que de alguna manera, con la información circulando de acá para allá, se podía crear un nuevo tipo de estabilidad. Señalaron la naturaleza y dijeron: «Esto es lo que hace la naturaleza, así que podemos hacer lo mismo».

También tiene raíces en la contracultura de los hippies. Ellos fundaron esa publicación titulada The Whole Earth Catalog, que fue una primera versión de internet a la que la gente enviaba recomendaciones de productos o piezas de maquinaria y decidían cuál era la mejor. Esto ha funcionado muy bien para ese tipo de consumo y ha servido para reunir a muchas personas a través de las redes sociales, como Facebook, donde la gente puede encontrar a gente parecida a ellos. Lo que no te puede decir es lo que hacer con esa red. Tener un sistema, con líderes o sin ellos, en el que la gente puede intercambiar información es una estructura de gestión, es una manera de gestionar a millones de personas. La idea de lo que hacer con eso surge de una visión del futuro. Y lo que hicieron en el movimiento Occupy cuando llegaron allí, a Londres o a Wall Street, fue mirar alrededor y decir: «¿Ahora qué hacemos? «¿Por qué no hacemos reuniones?». Y las hicieron, me temo que asistí a algunas de ellas. Para alguien de fuera resultaba un poco absurdo porque había personas formadas de clase media, liberales blancos sobre todo, sentados que levantaban la mano cuando están de acuerdo y la bajaban cuando no, y creían que de allí saldría un nuevo orden. Lo que no habían entendido es que si se quiere cambiar el mundo, hay que hacerse con el poder. El poder en este mundo, en todos nuestros pases, está muy, muy arraigado y es muy grande. Para hacerte con el poder tienes que tener una idea que inspire a millones de personas que no necesariamente son como tú. Puede que haya personas que no te gusten, puede que sean racistas o tengan opiniones sexistas horribles, pero tienes que motivarlos, que llevarlos a tu terreno diciéndoles: «Si me seguís y me votáis o me dais el poder que pueden tener millones de personas juntas, podemos crear este tipo de mundo entre todos». No es una idea autoritaria vertical, es una idea que inspira a la gente a conseguir un objetivo, y en ese sentido, hay una jerarquía. No significa que… Bueno, esa es la gran pregunta. Los tecnoutópicos dirán que una jerarquía lleva siempre a un tipo de dictadura, que es lo mismo que dice la derecha del libre mercado. Son muy parecidos, y muchos en Silicon Valley son liberales de derechas. No estoy seguro de que sea cierto porque lo que evidencia el fallo del movimiento Occupy y del resto de intentos por desafiar al poder que solo consisten en reunir a gente y decir: «Ahora vamos a crear un nuevo tipo de democracia» no tienen la habilidad de desafiar al poder. Y, sinceramente, el movimiento Occupy fracasó catastróficamente. Es increíble que no haya sido más criticado. Tenían un eslogan genial, fantástico, y un montón de gente simpatizaba con ellos, quién no simpatizaría con esa manera de hacer las cosas, pero lo arruinaron. Y creo que lo arruinaron en parte por negligencia, pero también porque confundieron un proceso técnico con una visión de futuro.