Eliane Radigue, 1971. Fotografía: Arman © Last.fm

Genealogías sonoras

Eleh (John Brien) on Eliane Radigue

martes 22 noviembre 2022
56:05
Historia
Música
Arte Sonoro

La serie Genealogías Sonoras se propone escuchar la obra de algunas de las figuras más destacadas de la música experimental y el arte sonoro del siglo XX. Pero quiere hacerlo de un modo un tanto particular: a través de los oídos y de la voz de aquellos artistas que han retomado algunos aspectos de su legado sonoro y los han incorporado, de un modo u otro, a sus propias creaciones. Se trata, pues, de poner en práctica esa bonita idea de “compartir la escucha” que Peter Szendy plantea en las páginas de su libro Escucha: una historia del oído melómano.

En cada una de las entregas de la serie un artista distinto “prestará su escucha" al oyente y le hará partícipe de ella. Mezcladas con fragmentos extraídos del universo sonoro del creador o creadora protagonista de cada uno de los podcasts, las ideas y las reflexiones de los artistas entrevistados descubrirán de qué modo las ideas y los sonidos de sus antecesores “perviven” o “resuenan” en su trabajo. A través de esta “escucha prestada” se rastrean (al menos en parte) sus genealogías sonoras.

Algunos de los músicos y compositores protagonistas de la serie Genealogías Sonoras siguen en activo; de otros, en cambio, sólo quedan sus obras: el eco, siempre vivo, de su trabajo y de su comprensión de lo sonoro. Por otro lado, muchos de los artistas que prestan sus oídos y sus voces colaboraron en algún momento con aquellas figuras sobre las que nos hablan. En estos casos, la genealogía no parece discurrir ya sobre una línea y en una única dirección, sino que ella misma parece estar sumida en una especie de resonancia entre dos generaciones. Tender el oído a esta resonancia es precisamente el objetivo de esta serie.

Participantes

Arnau Horta

es comisario independiente e investigador especializado en el ámbito de la creación sonora contemporánea. Ha colaborado con el MACBA, el festival Loop, Sónar, Caixafòrum, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), la Filmoteca de Catalunya o La Casa Encendida, entre otros centros e iniciativas culturales. Como docente y divulgador ha colaborado con la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Barcelona, el Institut d'Humanitats de Barcelona y con las escuelas IED y ESDI. Es colaborador en Cultura/s (La Vanguardia), Babelia (El País) y Ahora Semanal. En la actualidad está cursando un doctorado en Filosofía.

Realización

Arnau Horta

Licencia
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Citas de audio
  • Eliane Radigue. “Kailasha” en ‎Triologie De La Mort. Experimental Intermedia Foundation (1998)


 

Más capítulos de esta serie

Genealogías sonoras

Eleh (John Brien) on Eliane Radigue

Hola, me llamo John Brien y dirijo un sello estadounidense llamado Important Records. También soy músico desde siempre y en algún momento de los 90 quedé fascinado con la síntesis analógica, mi introducción particular al mundo sonoro que habita Eliane Radigue. Descubrí el trabajo de Eliane en 2002, cuando Table of the Elements sacó la caja recopilatoria de Adnos. Empecé a trabajar con ella alrededor de 2007 y en 2009 publicamos Triptych en CD, al que siguió Transamoren - Transmortem. En los años siguientes coprodujimos algunos proyectos. Yo considero la obra de Eliane especialmente independiente de la de cualquiera que entre dentro del espectro de la música electrónica drone minimalista. Dicen que se inspiró en los primeros motores de reacción de principios de los 50, al igual que a La Monte Young le inspiró el sonido de los transformadores eléctricos. Es fácil meter a todo el mundo en el mismo saco que La Monte Young, pero yo prefiero ver esa época desde una perspectiva más igualitaria. Radigue empezó trabajando con la retroalimentación en cinta antes del Trio for Strains de Young, en 1958. Para mí es importante que no se la vea como alguien que ha seguido los pasos de nadie.

Eliane y yo hablamos sobre cómo se relaciona mi obra con la suya y está claro que los dos teníamos objetivos parecidos. Yo no tengo un ARP 2500 y no me era familiar cuando empecé a trabajar con la síntesis analógica, pero ambos habíamos trabajado con las mismas herramientas. Creo que fueron esas herramientas las que me guiaron hacia la música que hacía, solo con las funciones básicas de los instrumentos; como cuando intenté sincronizar dos osciladores a mano y escuché la pulsación lenta de las frecuencias afinadas casi igual. Eso me atrapó de lleno y ralentizó el tiempo; me ralentizó a mí. Perseguí ese sonido porque me gustaba oírlo. A raíz de trabajar con sintetizadores, empecé a escuchar con más atención la naturaleza a mi alrededor y eventos sonoros como los drones de la autopista, los aviones pasando, los motores… cosas así. Sé que Eliane tenía una relación muy íntima con su ARP 2500. No me sorprende que encontrase lo que buscaba en ese circuito analógico y en ese sintetizador enorme porque le permitía generar y mezclar sonidos despacio, como ella quería. Como compositora y como intérprete, le da muchos de los controles que le gustaban de la tape music, pero también cosas nuevas que no podría haber hecho tan fácilmente. El trabajo acústico de Eliane me recuerda en cierto modo a Alvin Lucier o Phill Niblock, pero la esencia de las composiciones sigue siendo muy suya. Yo aprecio cómo cambian lentamente, como su trabajo con el sintetizador. Lucier, Niblock y otros compositores como ellos crean música que es invariable o variable de una manera ultralenta. Las obras de Radigue parecen ser siempre variables a un nivel difícil de apreciar, pero no tanto como para que pase desapercibido. Sigue existiendo un elemento muy orgánico en su trabajo, quizá más ahora que está escrito en composiciones para instrumentos acústicos. El hecho de que una obra electrónica gire en torno a los cambios más sutiles parece algo genuinamente suyo también. Los dos somos intérpretes y compositores, pero ahora ella se dedica más a la composición y colabora con intérpretes en sus nuevos trabajos. Yo me sentiría aliviado si pudiese deshacerme de la interpretación así, pero también he vivido muchas experiencias apasionantes interpretando en directo y no estoy preparado para dejarlo a un lado todavía.

Que el tiempo no importe es lo que hace que el tiempo sea tan importante en este tipo de obras. Se suele decir que nuestra música ralentiza el tiempo o que interfiere con la percepción que uno tiene del tiempo. Desde luego, yo me preparo para experimentar eso cuando trabajo en la música. Si pierdo la noción del tiempo, es que estoy consiguiendo el resultado que quiero. Lo más probable es que Eliane también tenga esas experiencias trascendentes y meditadas cuando empuja lentamente un fader en un mezclador o un sintetizador. El silencio y los cambios imposiblemente lentos son características fundamentales de la música de Radigue y de mucha de mi obra también. Sin embargo, como has dicho, siempre está creciendo. El silencio parece inamovible, pero no lo es, crece como una planta o un árbol. Si intentas ver el crecimiento sucediendo en tiempo real, es imposible, pero puedes intuirlo observando los cambios a lo largo del tiempo. Para mí la obra de Eliane es tan agradable como observar el crecimiento en la naturaleza. Creo que los mezcladores y los sintetizadores modulares se prestan mucho a este tipo de trabajo porque pueden imponerse cambios lentos, ya sea de forma manual o digital. Hacer este tipo de música es una forma de meditación. No puedes concentrarte en nada más que intentar escuchar el cambio y los artificios del cambio mientras se produce. Sé que ya se ha dicho esto muchas veces, pero la música de Eliane me recuerda a la superficie del agua. Por una parte, tienes esa especie de todo sólido unificado que cambia y se ondula con las vibraciones. Parece a la vez firme y en constante cambio. A mí, como oyente, su trabajo me arrastra, me atrapa, no puedo dejar de escucharlo. Es muy difícil entender las partes de su trabajo, pero es fácil sentirlas en cuanto a la integridad de las composiciones. Siempre hay una textura natural en el sonido de Eliane, aunque los tonos sean extremadamente desesperados. Ese tipo de cohesión natural es atribuible a su habilidad magistral para mezclar. Sus mezclas son tan buenas y densas, que lo que oyes es la suma de todas las partes y no las partes individuales, en las que también te puedes centrar, pero lo que escuchas y lo que sientes de verdad son esas mezclas increíbles.

El término «drone» me recuerda a alguien que dijo que las notas de la música occidental se acaban antes de que puedas oírlas. La música drone consigue abrir las frecuencias para que oigas lo que son y cómo interactúan en el tiempo, pero no creo que el dron sea inherentemente siniestro o que provoque miedo. Creo que la música drone te conecta con la naturaleza fundamental del sonido y la naturaleza fundamental de la vibración, lo cual sugiere un orden cósmico que de alguna manera te conecta a su vez con fuentes de vida. Escucharla puede evocar una experiencia espiritual, sobre todo porque puede llevar al oyente a un estado muy diferente del habitual o de la experiencia normal de escuchar música. Hay una relación entre creatividad y muerte, y ya sea consciente o no, un artista está preservando un momento en el tiempo cuando está creando algo, una obra que pueda sobrevivirlo. Es algo que me viene a la mente cuando veo cosas como las colchas que bordaron mis familiares hace mucho tiempo. Cada uno de esos nudos es un momento de su vida, y la muerte es algo presente en todos los momentos de la vida. Perderte en el sonido, algo que resulta más fácil cuando la música es lenta o contiene un zumbido, puede provocar que trasciendas los sentimientos de muerte y miedo, y seas plenamente consciente del momento. Emplear el fenómeno auditorio en tu obra es una manera interesante de interactuar con los elementos fundamentales de la vida. Es una forma de conectar con algo mucho mayor. 

Lo que se oye de fondo es Kailasha, la segunda parte de la Trilogie De La Mort de Eliane Radigue. Dentro de la trilogía, puede que esta sea la parte más fuerte e intensa de su obra y tuvo un efecto muy profundo en mí. Eliane estuvo varios años trabajando en la primera parte de la trilogía y esta, la segunda, la empezó dos semanas después de perder a su hijo en un accidente de coche. Pasó dos años de duelo y trabajando en la pieza, y cuando la acabó, también acabó su periodo de duelo. Puedes sentir el dolor y el sentimiento de alivio y liberación, no solo del dolor, sino de la propia vida. Una palabra que me viene a la mente hablando de su trabajo es «disciplina». Hace falta una cantidad inmensa de soledad y disciplina para hacer este tipo de música. No me sorprende que tardase tanto en acabarla. Esta trilogía es sagrada, tiene un pie en lo real y otro en lo divino. No puedo imaginar música mucho más perfecta que esta. Esta música me parece desorientadora y enraizada, cosas que parecen estar en conflicto, pero que solo son dos caras de la misma moneda. Es muy reparadora, es muy intensa, cambia todo el rato, se mueve. También está muy centrada, sobre todo por los zumbidos que parecen cuernos que se oyen por debajo. Creo que escuchar esta obra es una experiencia sublime solo accesible para los vivos, así que, en ese sentido, es una celebración de la vida. Solo poder escuchar esta música me hace sentir vivo. Y tampoco es necesariamente minimalista, hay una especie de densidad sonora en ella, al igual que en un gong hay mucha densidad. Para mí es una reafirmación de la vida. También es sombría, ya sabemos de qué va esta obra. Al final, la densidad se deshace y lo que persiste es una forma muy simple, una experiencia sonora increíble, muy profunda y filosófica.

Para mí, el trabajo de Eliane está en esa zona personal única que crea el artista para sí mismo. Ha creado su mundo sonoro único de una manera parecida a lo que ha hecho James Turrell con la luz. Crea atmósferas sonoras que te desensibilizan y te desarman casi por completo. Creo que un compositor o artista joven puede aprender del poder de interactuar con los elementos básicos de su práctica creativa escuchando la obra de Eliane. Ya se trate de color o sonido, solo se necesitan los elementos básicos y la cantidad adecuada de control para crear algo muy potente. Depende del individuo encontrar algo que funcione. Si bajas el ritmo, si te centras y trabajas con lo que tienes, y te resistes a añadir capas y capas extra de sonidos superfluos… Creo que Radigue nos enseña cómo deshacernos de capas en lugar de seguir añadiéndolas. Después, quitando esas capas, puedes llegar al corazón del sonido, que es todo lo que necesitas.