Phill Niblock. Fotografía: Alessandro Farese

Genealogías sonoras

Jim O’Rourke on Phill Niblock

sábado 02 septiembre 2017
Historia
Música
Arte Sonoro

La serie Genealogías Sonoras se propone escuchar la obra de algunas de las figuras más destacadas de la música experimental y el arte sonoro del siglo XX. Pero quiere hacerlo de un modo un tanto particular: a través de los oídos y de la voz de aquellos artistas que han retomado algunos aspectos de su legado sonoro y los han incorporado, de un modo u otro, a sus propias creaciones. Se trata, pues, de poner en práctica esa bonita idea de “compartir la escucha” que Peter Szendy plantea en las páginas de su libro Escucha: una historia del oído melómano.

En cada una de las entregas de la serie un artista distinto “prestará su escucha" al oyente y le hará partícipe de ella. Mezcladas con fragmentos extraídos del universo sonoro del creador o creadora protagonista de cada uno de los podcasts, las ideas y las reflexiones de los artistas entrevistados descubrirán de qué modo las ideas y los sonidos de sus antecesores “perviven” o “resuenan” en su trabajo. A través de esta “escucha prestada” se rastrean (al menos en parte) sus genealogías sonoras.

Algunos de los músicos y compositores protagonistas de la serie Genealogías Sonoras siguen en activo; de otros, en cambio, sólo quedan sus obras: el eco, siempre vivo, de su trabajo y de su comprensión de lo sonoro. Por otro lado, muchos de los artistas que prestan sus oídos y sus voces colaboraron en algún momento con aquellas figuras sobre las que nos hablan. En estos casos, la genealogía no parece discurrir ya sobre una línea y en una única dirección, sino que ella misma parece estar sumida en una especie de resonancia entre dos generaciones. Tender el oído a esta resonancia es precisamente el objetivo de esta serie.

Participantes

Arnau Horta

es comisario independiente e investigador especializado en el ámbito de la creación sonora contemporánea. Ha colaborado con el MACBA, el festival Loop, Sónar, Caixafòrum, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), la Filmoteca de Catalunya o La Casa Encendida, entre otros centros e iniciativas culturales. Como docente y divulgador ha colaborado con la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Barcelona, el Institut d'Humanitats de Barcelona y con las escuelas IED y ESDI. Es colaborador en Cultura/s (La Vanguardia), Babelia (El País) y Ahora Semanal. En la actualidad está cursando un doctorado en Filosofía.

Realización

Arnau Horta

Licencia
Creative Commons by-nc-nd 4.0
Citas de audio
  • Phill Niblock. "Guitar Too, For Four - Toral Version" en G2,44+/x2. Moikai (2002)


 

Más capítulos de esta serie

Genealogías sonoras

Jim O’Rourke on Phill Niblock

Hola, soy Jim O’Rourke y os hablo desde Tokio. He estado trabajando en la música, el cine y esas cosas desde finales de los 80 en Chicago, donde nací de padres irlandeses. Y no he parado desde entonces. 

Si recuerdo bien, la primera vez que oí la música de Phill Niblock fue en 1990 cuando estaba en Berkeley, California, en casa de Henry Kaiser. Henry Kaiser es un guitarrista y compositor de la generación de John Zorn, de esa misma segunda generación de improvisación estadounidense. Me había llevado allí para organizar su colección de discos, cosa que hice. Yo era muy joven, tenía 21 años, y él, muy amable, vio algo en mí y decidió llevarme allí para que pudiese tocar con gente porque no había tenido la oportunidad de tocar con nadie en Estados Unidos. En esa época solo se tocaba ese tipo de música en Europa, la verdad. Así que fui allí, me presentó a varias personas y entonces se dio cuenta de que me gustaba lo que la gente llama «música drone». Yo aún seguía tocando con guitarras preparadas, arcos y eso. Me enseñaba discos de la colección y me decía: «A lo mejor te gusta este, tienes que escuchar este otro…», pero con el que dijo: «Este sí que te va a gustar» fue con el de Phill Niblock con India Navigation. 

Me encantó desde el principio porque era… drone. Y porque era un nombre que yo no conocía. Un poco después de aquello Phill sacó su sello de CD XI porque en 1990/1991 todavía era muy caro producir CD, era difícil para los sellos independientes. Creo que sus primeros lanzamientos fueron Four full flutes y The string quartets. Esos discos me llamaron mucho la atención, sobre todo porque incluían muchas explicaciones sobre las técnicas que utilizaba para hacer lo que hacía. Me parecía que abordaba un problema concreto que me interesaba y que había sido resuelto de cierta manera por Tony Conrad y gente así, pero él le había dado un enfoque diferente muy atractivo para mi forma de ver la música, porque me interesaba mucho la síntesis modular y todo eso. Su enfoque era muy fácil y muy técnico a la vez, y muy fácil, pero muy denso. No, denso no es la palabra. Es como esa frase que repetía Arnold Dreyblatt sobre los malabaristas, lo de mover un poco las manos por abajo para que pasen cosas por arriba. La manera en la que abordó el mismo problema con una solución totalmente nueva y fresca me resultó muy interesante.

Cuando por fin oí su música en su espacio Experimental Intermedia me pareció extraordinaria. Creo que la primera vez que fui fue a principios de los 90. No fui a Nueva York hasta principios de los 90 y creo, si recuerdo bien, que le había escrito antes. Ya debía de estar en contacto con él porque me dejó quedarme allí. Estuvo genial, fue uno de mis primeros amigos en Nueva York. El espacio era un loft gigantesco de dos plantas que tenía desde finales de los 60. Vivía allí y tenía una colección enorme de altavoces y equipos que había ido acumulando con los años. No sé cuántos altavoces tenía, pero había uno en concreto que configuraba con un amplificador para reproducir su música. Ahora toca en clubs de rock y este tipo de festivales que antes no existían. Tiene muchas más opciones para presentar su música de la forma que siempre quiso. Pero creo que en aquella época, fuera de Europa su loft era quizás el único sitio donde se podía oír como él quería porque tenía que sonar muy alto. Cuando experimentas la música de Phill al volumen adecuado llega ese momento en el que, si subes el volumen despacio, puedes sentir el momento en el que hace clic y ya no sale de los altavoces, sino que está alrededor por todas partes. Rebota en las paredes. Cuando mueves la cabeza a izquierda y derecha y cambias la relación con los dos altavoces, cambia lo que estás escuchando. Ese es el punto en el que te conviertes en una parte integral del mecanismo de escucha. Yo diría que los tres fenómenos sonoros más alucinantes que he oído jamás son de personas de esa generación: la primera vez que escuché a Tony Conrad en vivo, la primera vez que escuché la música de Phill en su espacio con el sistema que requería y una pieza de Maryanne Amacher que interpretó en Suiza. Ella era un poco mayor, pero esas han sido las tres veces que he pensado: «Lo que estoy escuchando no es posible». Pero por supuesto que lo es, solo necesitábamos que ellos nos demostrasen que lo era. 

Los avances tecnológicos digitales simplificaron la música de Phill y le permitieron hacer cosas que no podía hacer antes. Algo importante para su música es que solo funciona en CD o reproducción digital porque si la cortas en vinilo, cortas físicamente las ondas en los surcos, y como hay mucha desafinación, pasan muchas cosas en las relaciones de fase entre los canales. Si cortas el vinilo y la fase entre la izquierda y la derecha se desfasa, deja de funcionar. No se puede hacer eso físicamente, la aguja saltaría del surco. Así que, si hay una discrepancia extrema entre las fases de su música, que la hay, no se puede cortar físicamente en vinilo. En muchos sentidos, se puede decir es uno de los compositores hechos para el medio digital, curiosamente.

La gente habla de «minimalismo» y sé que es una palabra que a Tony no le gustaba, pero siempre los meten en ese saco porque pertenecen a una generación similar y hacían algo parecido. Estoy pensando en Phill y Tony Conrad, por supuesto, y en Arnold Dreyblatt, de una generación posterior. Pero si nos concentramos más en gente como Tony y Phill, hay un elemento político en lo que hacen que los hace no ser solo compositores. Se trata más un proyecto de vida artística que de un proyecto compositivo. No creo que esa forma de trabajar tenga una trayectoria muy larga en la historia de la música de vanguardia japonesa. Es un proyecto compositivo, básicamente. No creo que haya nadie que haga eso en Japón. La primera vez que Tony Conrad tocó su propia música en Japón, recuerdo que el público estaba atónito. La gente se volvió loca, nunca había oído nada igual. Y las veces que Phill ha venido a tocar, he notado que la gente tiene que acostumbrarse. Claro que hay mucha música alta aquí, pero no es lo mismo. Esto es un fenómeno físico muy concentrado y muy potente. No es una manera de trabajar o un linaje de música que tenga una larga trayectoria aquí, se podría decir.

Diría que para mí Phill no fue necesariamente una influencia directa, sino una influencia de refuerzo en cuanto al tiempo, en cuanto a ignorar la idea de que una pieza musical tiene que durar ocho o doce minutos, y dejar que sea lo que es; sobre todo, cuando estaba en la universidad y tenía la mala influencia de los profesores que me decían que aprendiese la inversión retrógrada y esto y lo otro. Perdí el miedo a dejarme llevar y permitir que algo ocurriese durante 30 minutos. Podías hacer eso si eras John Cage o alguien así. Estamos hablando de otra cosa. No lo estoy menospreciando ni mucho menos. Los profesores intentaban hacer cosas así. Yo necesitaba a gente en mi bando; personas en las que fijarme, que me diesen el valor para hacerlo. Desde luego, Phill fue una de esas personas, sobre todo porque estaba en el último año de carrera cuando oí su música por primera vez. Fue el que apareció en escena y me dio el valor para decir: vale, está bien, puedo hacer esto si es lo que quiero.

Cuando la mayoría de la gente piensa en música lo hace como algo que viene de las manos de alguien, que sale de los instrumentos, que produce la tecnología. Hay muy pocas personas que hayan hecho música, ya sean compositores o artistas sonoros, que la hayan llevado más allá, al terreno de los fenómenos. Y Phill es uno de los mejores, de los que pasó a un nuevo mundo de posibilidades. Es una oportunidad increíble poder oír su música y el hecho de que mucha de ella haya sido publicada y respaldada, y que todavía tengamos la ocasión de oírla en vivo, en el escenario donde Phill crea esa magia. Creo que su trayectoria profesional, más que su cualidad de compositor o realizador, solo su trayectoria profesional (y eso incluye su apoyo al trabajo de otras personas a través de su sello y el espacio que ha dirigido sin descanso durante tantos años en Nueva York y en Gante, donde también hay otro) es también una inspiración para seguir haciendo lo que quieras, esté relacionado con la música o no. Es una persona que no ha parado nunca y que sigue dándolo todo en su ochentena. Solo la experiencia de oír su música te lleva a un lugar que no sabías que existía y, con un poco de suerte, cambiará la manera en la que veas y oigas todo lo demás después.