La Casa Invisible
Instituciones anómalas contra el expolio de lo común
La Casa Invisible es un espacio que permite retomar el encanto de la práctica colectiva, la recuperación o más bien la reinvención de la creencia en las virtudes de lo común. Hay un efecto extraño casi imperceptible, que opera en las subjetividades que atraviesan una experiencia de este tipo y que tiene que ver con la producción de confianza. Sin confianza no hay posibilidad para la experiencia colectiva. Durante estas entrevistas a varios miembros de La Casa Invisible, se explican cuáles han sido sus orígenes y el transitar durante estos casi cinco años de existencia.
Según Nicolás Sgüiglia, La Casa Invisible aporta principalmente toda la trayectoria de los movimientos sociales contemporáneos, basada en una gran creatividad, en la capacidad para agregar a sujetos diversos y en la construcción del común, señalando la adecuación de los sujetos para poner a cooperar sus capacidades, sus afectos, sus saberes, hablando así de la potencia de la cooperación. Santiago Fernández Patón resalta en su intervención como desde La Casa Invisible se ha recogido toda la herencia de los movimientos del 77 (postfranquismo…), que tiene que ver con la insumisión, los movimientos ecologistas, los feministas, de ocupación; y su definición en la época que vivimos. También señala que la gestión ciudadana no es más que la capacidad de los sujetos sociales para defender, cuidar y crear espacios, así como servicios, infraestructuras y bienes colectivos por sí mismos. Gala Garrido explica como este proyecto es una realidad gracias a la horizontalidad en la que se toman todas las decisiones para impulsar una cultura y unos valores sociales al margen de la institución pública.
Por último, Eduardo Serrano relata la importancia de la cuidadanía, es decir los cuidados, el afecto que nos hace estar pendiente de los demás y la importancia que tiene el propio espacio donde se asienta La Casa Invisible en la construcción del territorio ciudadano.