Etika Makinal
Ante todo, calma
Dentro del contexto de la exposición Mínima Resistencia. Entre el tardomodernismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90, y como complemento a las dos cápsulas dedicadas a esta muestra, se presentan algunas producciones sonoras desarrolladas en este marco cronológico. En este caso se presenta el disco Ante todo, calma de Etika Makinal junto a una entrevista a sus integrantes que puede leerse en el PDF adjunto.
Música industrial para gente industrial, tal y como Genesis P-Orridge lo definió, es una frase que encierra múltiples líneas de fuerza. Lo industrial, como actividad económica apoyada en el desarrollo sinfín de lo tecnológico, transforma lo social a partir de la transformación misma del medio, del paisaje, así como de las relaciones entre hombres y mujeres que trabajan en él. Se trata, en principio, de un movimiento lineal y ascendente que conduce a la Humanidad hasta el tal ansiado Progreso.
Ahora bien, ¿qué sucede cuándo este trayecto a la felicidad se ve roto? ¿qué sucede cuándo es preciso volver a negociar qué sector industrial es preciso abandonar en favor de otro nuevo?
Entonces, como sucedió a finales de la década de los sesenta en el Reino Unido, el descontento crece. La música queda como una suerte de catalizador de un tipo de violencia primitiva, del descontento primordial, que proyecta el punk hasta mucho antes de su supuesto nacimiento.
A principio de los ochenta, Mieres buscaba la manera de digerir la famosa reconversión, esto es, el abandono definitivo del sueño fordista del Caudillo. Mientras el paro crecía y la ciudad se empezaba a despoblar, nace el Équipo Estético Ética Makinal. Un colectivo de adolescentes que experimenta con música generada con sintetizadores, entre el punk y el ruidismo, lo industrial, al mismo tiempo que solapa tiempos y formas al investigar en los principios visuales de las vanguardias, dejando entrever en su modo de hacer la influencia del futurismo, del dadaismo o del constructivismo.
A pesar de vivir en la periferia, en una Asturias aislada, el colectivo pronto se engarza con la incipiente escena estatal, que nada tiene que ver con la celebrada Movida. Y, también, por medio de cartas, fanzines y cassetes, se producen intercambios con grupúsculos de países como Francia, Italia o los EE.UU.