Roberto Jacoby
El deseo nace del derrumbe
En esta conversación entre Roberto Jacoby y Ana Longoni, artista y comisaria de la exposición, se ha prestado especial atención a gran parte de la música que acompaña las intervenciones de Jacoby en el Museo. La conversación se detiene en las relaciones de Jacoby con la música rock (fue letrista del grupo argentino Virus), pensando ésta como un medio alternativo para materializar su discurso, pero también como una herramienta efectiva para desarrollar una política de lo personal centrada en la recuperación del entusiasmo en un contexto hostil.
La obra de Jacoby subvierte distintas acepciones del arte de la performance y del happening, tal y como se conocen habitualmente. Desde la presentación de una acción fantasma a partir de la documentación mediática de ésta, a la descontextualización institucional de la acción. En este sentido, la acción no trata tanto de mostar los límites del arte, de su lenguaje o de los centros en los que se distribuye, sino que busca reestructurar las relaciones personales dentro de una represión difícilmente comparable en magnitud y crueldad como es el de la dictadura argentina de los años 70. Partiendo de lo que ambos entrevistados denominan una estrategia de la alegría, el trabajo de Roberto Jacoby hace uso de las maniobras estéticas en el estrato más personal de la política.
La exposición se construye desde el archivo de la producción del artista, tratando de reconstruir de una manera poética 1968, un 68 distinto y similar al europeo que tiene un protagonismo decisivo en la reordenación de la Colección del Museo Reina Sofía. En Buenos Aires, como en París, la negación de las estructuras de producción artística, tal y como venían establecidas y el uso de la mesa de una bar como centro desde el que reconcebir la ciudad y sus micropolíticas, son evidentes. No por casualidad Jacoby describe en un momento dado su producción como una deriva.